martes, 19 de julio de 2011

LOS AMIGOS DEL FÚTBOL, POR OSVALDO TURCO WEHBE.

Feliz día. Abrazos, apretones de manos, besos. Pasó el día del amigo.Venga conmigo, amigo futbolero. Sólo por un instante repasemos cuántas cosas nos brinda la redonda para hablar de amistad.En distintos grados, tal vez, pero una sensación hermosa que atraviesa los tiempos. Y si convoco al futbolero es porque uno se siente parte de ellos, pero bien cabe arrastrar al deportista, al que se puso y se pone una camiseta, al que habita o habitó un vestuario. A todos ellos.El ruido de la pelota picando a las dos menos cuarto de la siesta del sábado, cuando el barrio se ha llamado a sosiego, es único. Es como una llamada de amor, como un timbre ... allá vamos.Nos íbamos descolgando de cada una de las casas. En medio de las promesas a los viejos sobre deberes adeudados. Eso sería más tarde, a la noche, a la mañana, pero a la siesta del sábado, nunca jamás. Imposible.Nos colgábamos del hombro del más amigo y caminábamos rumbo a la canchita. El fútbol engrasado, disimulando su edad y algún hilo descosido. El partido, alguna peleíta. Que la pelota pasó por arriba del palo, que fue alto, que fue gol. Y luego, la ceremonia. La que se prolonga desde que uno tiene siete años hasta el tercer tiempo de los veteranos. Arbol amigo, rueda alrededor de la gaseosa o la sangría, del tetra o del mate.Y la charla sobre todos los bueyes perdidos del mundo. Si van a ver a Belgrano, cómo le irá a Talleres, que aguanten "la Gloria" y la Academia. Están los militantes de la ACF. Los que anuncian que esa noche irán por la de trenzas en el baile y el que le aconseja que no, que se va a clavar, que la vaga lo quiere para usarlo, en ese tono de amistad casi filosófica llena de sabiduría callejera.Los amigos del fútbol son únicos. Hasta aquel con el que te peleaste alguna vez, el rival más duro, el referí que te acostó, el suplente que nunca entró. A la vuelta de la vida, en una esquina, te saca una sonrisa de sólo verlo.Y eso es impagable.Como la recolección de mandarinas para ir a la cancha. El hecho de pararte en la popular local, sabiendo que tu mejor amigo está en la visitante y que vos querés que pierda. Pero que te gusta saber que está, que existe, que a la salida se van a juntar para cargarse un poco.Pocas actividades regalan amigos como el fútbol. Basta haber estado en un vestuario poniéndose las vendas y levantar la mirada y tirarle una broma al que se cambia al frente. Y decir amigo será siempre más fácil

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